martes, 23 de febrero de 2010

Los datos esenciales para superar el estrés del regreso a clases

Expertos recomiendan que los horarios de sueño y comidas debieran retomarse de forma paulatina entre 7 y 10 días antes. No se debería repasar la materia ni estudiar sino sólo a partir de la segunda semana, ni siquiera los alumnos que tuvieron mal rendimiento el año anterior.

El temor a lo desconocido se mantiene toda la vida. Sin embargo, hay periodos menos críticos: 6 a 7 años y 11 y 12 años, donde les entusiasma más la idea de hacer amigos y la incertidumbre. Para las otras edades conviene cerrar los aspectos que generen temor y ansiedad. Por ejemplo, invitar a la casa a algún niño que estudie en el mismo colegio; llevar a los alumnos a conocer anticipadamente la sala y al profesor o, en el caso de los más grandes, responder sus inquietudes y dejar que expresen sus sentimientos.

También es imprescindible una conversación de los padres con el profesor para no sólo explicarle cómo es su hijo, sino las verdaderas razones del cambio de colegio.

La adaptación al nuevo colegio debiera tomar semanas o meses y no hay que presionar a los alumnos con preguntas como: 'cuántos amigos te hiciste hoy', especialmente con los púberes o adolescentes, que son menos flexibles. Sólo si al cabo de un semestre, el niño no se ha adaptado y no consigue amigos, hay que preocuparse.

Conocer el colegio antes

Los llantos y pataletas del primer día se producen porque uno de los mayores temores de los niños es a lo desconocido y por la ansiedad que les produce el separarse de sus padres. Como una de las tareas del adulto es equilibrar la vida del niño, es éste el que debe disminuir todo lo que provoca aprensión. Como llevar a los niños a conocer, de antemano, el lugar donde estudiarán y a las personas que lo recibirán allí. Una rutina que varios colegios y jardines infantiles ya tienen interiorizada entre sus prácticas. Por ejemplo, el Instituto Alonso de Ercilla invita en octubre a los alumnos que ingresarán en marzo.

A ello se agrega que los padres deben explicar a los niños qué harán en el establecimiento, a qué hora los pasarán a buscar, etc. Incluso, puede ser necesario que la separación de los padres sea progresiva: por ejemplo, entrar a la sala y salir de a poco.

Cuarto Medio: bajar las sobreexpectativas

Uno de los grandes problemas del último año escolar, además de la presión por la PSU, son las expectativas demasiado altas que se suelen formar los jóvenes: alumnos que con promedio 5 que quieren estudiar Medicina.
Los padres son los indicados para aterrizarlos y ayudarles a buscar alternativas: en lugar de Medicina, pueden seguir Kinesiología o Terapia Ocupacional, por ejemplo.

Así, también ellos debieran bajar la presión por la PSU, con un diálogo de apoyo afectivo, donde se aclare que existen otras opciones en caso de irle mal en la PSU.

Otra recomendación es darles a los jóvenes la autonomía que ellos piden, tanto para que manejen su horario escolar como los métodos de estudio.
En todo caso, sí deben supervisar que no se excedan. Por ejemplo, no es recomendable dedicarle al estudio más de 10 a 11 horas diarias, incluyendo colegio y preuniversitario.

Evitar quejarse de la compra de útiles

Mientras a los niños les entusiasma la idea de comprar cuadernos y mochilas, los padres viven quejándose de la tradicional actividad de cada año. Sin embargo, estos últimos no se percatan que con esos discursos contagian a sus hijos con sentimientos negativos hacia el colegio.

Por eso, los expertos recomiendan hacer de la compra de útiles y uniformes un ritual para despedir las vacaciones y comenzar el año. Y con ello, invitar a que los niños escojan algún útil, ya que ello les permite generar identidad y, a la vez, es un elemento de interacción social en el colegio: se pueden generar conversaciones a partir de un nuevo lápiz.

También es la oportunidad para permitir a los niños que planifiquen el año no sólo en lo académico, también en lo social y afectivo: invitarlos a que se planteen metas para el año, como tener más amigos, aprender algún instrumento, etc.

Prohibidos los repasos

Está demostrado que los largos periodos de vacaciones tienen un efecto devastador sobre el rendimiento, algo que notan los colegios con las primeras calificaciones de marzo, que suelen ser las más bajas.

Aún así, los especialistas recomiendan no recurrir a profesores particulares o repasar las materias antes de entrar a clases. Hay otros métodos para adecuarse el nuevo ritmo de estudios que no implican escolarizar lo que queda de vacaciones: ver películas subtituladas o comprar historietas para ejercitar la comprensión lectora y hacer sudokus para las matemáticas.

Otra medida útil para evitar el síndrome posvacacional es planificar el año: la sensación de tener el control ayuda a limitar la angustia que puede ocasionarse al volver a la rutina. Así, los niños, en conjunto con sus padres, debieran planificar su horario de estudio: no más de una hora al día para los menores de primero a cuarto básico y dos horas para los más grandes. Pero no se recomienda estudiar la primera semana, sino sólo mirar los cuadernos.

Repitentes: no reforzar ramos

La repitencia no sólo tiene un impacto académico, sino que también emocional: el fracaso y la sensación de que no son capaces baja la autoestima, lo que contribuye a empeorar aún más el rendimiento. Por eso, no es recomendable que los padres establezcan reglas o prohibiciones. La idea es que ambos lleguen a consenso y que sean los propios hijos los que se den cuenta de la importancia de planificar.

En cuanto a las metas, éstas debieran ser propuestas por los propios estudiantes y ser realistas y a corto plazo, como, por ejemplo, elevar las calificaciones algunas décimas durante el primer control.

En todo caso, no importando la causa del fracaso escolar, lo ideal sería que a estas alturas la causa ya estuviera identificada: inmadurez emocional, didáctica inapropiada, falta de hábitos de estudio, etc. Si eso aún no está hecho, es hora de consultar a un especialista para que dé el diagnóstico antes de entrar al colegio y coordine, con el menor, una planificación del trabajo escolar. Pero no se recomienda reforzar las materias a estas alturas.

A lo más, revisar los cuadernos del año pasado, para explicarle al menor que gran parte de la materia ya la pasó y así reducir el temor al fracaso.

1° Medio: dos horas de estudio

El paso a Primero Medio no sólo significa, muchas veces, cambio de profesores, de patio o de establecimiento. En este curso, las materias se vuelven más complejas, porque se profundizan más y requieren de habilidades de abstracción que no siempre han sido bien adquiridas por el estudiante, como la capacidad de deducir, de razonar, etc. A ello se agrega que las notas comienzan a valer para la universidad.

De allí que se harán más evidentes las posibles carencias que tenga el adolescente en sus hábitos de estudio. Pero más que asustar, conviene que los padres ayuden a los alumnos a planificar un horario para estudiar, de máximo dos horas al día, que se mantendrá durante todo el año escolar. También resulta recomendable ejercitar con ellos ciertas técnicas de aprendizaje, como son los mapas conceptuales.

Si los padres notan que el joven aún no tiene desarrollado el pensamiento abstracto, pueden incentivarlo. ¿Cómo? Con conversaciones en que lo inviten a razonar, a exponer sus argumentos, a unir hechos cotidianos, etc.

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